Feliz año nuevo, feliz día de reyes,
felices carnavales y espero de todo corazón tengan una semana santa
maravillosa, llena de reflexión y crecimiento espiritual y sirva también para
recordar que hace mucho tiempo alguien por nosotros a la cruz fue.
La fecha es propicia para hablar de
religión, de nuestros actos en la Tierra, de los constantes juicios que hacemos
y además de lo inevitablemente pecadores que somos. Es un tema que junto con
política podría fácilmente tomarme días enteros escribiendo y aun así no lo
daría por terminado. Mi intención, querido lector, con esta entrada no es
juzgarte, golpearte con la biblia, ni mucho menos decirte que arderás en las
llamas del infierno por quién sabe cuántas razones. Lejos de todo lo anterior
mencionado, sólo busco expresar un poco mi pensar en cuanto a este tema, quizás
algunos piensen como yo y otros, totalmente radicales en su fe, condenarán cada
palabra aquí redactada.
Para iniciar es necesario decir que
fui bautizado a los 15 años de edad, luego de tanto insistir porque en casa
siempre fue un tema al que se le daba largas. Afortunadamente eso ayudó a que
yo escogiera a mis padrinos, lo cual siempre me ha parecido una desventaja
cuando eres bebé y son tus padres quienes escogen a sus mejores amigos como
compadres. ¿Mi religión? Aparentemente católico porque sí. Sin embargo, hay
tantas razones que me hacen no ser católico: No creer en santos, vírgenes,
yesos, no ir a iglesias, decir no a tantas cosas. Se me va la vida y siento que
difícilmente me encontraré identificado, cómodo y devoto ante una religión. Lo
más cercano ha sido algo llamado deísmo, y hasta en eso tengo mis serias dudas.
Aunque hay una cosa en la que no cabe discusión y es que SÍ creo en DIOS y no
me apena decirlo.
A
lo largo de esta búsqueda he conocido amigos ateos, evangélicos, católicos,
mormones, testigos de jehová, entre otros. De todos he aprendido que a su
manera han encontrado un camino a Dios, exceptuando por supuesto a los ateos,
aunque para ellos tengo la famosa matica de limón. La matica de limón es la que
pienso yo recibe todas sus quejas, deseos, ayudas, milagros y afines.
En
la sociedad siempre somos vistos, criticados y juzgados, bien sea por no creer,
por tener fe, por dudar de ella, por ser diferente, por tender la mano, por no
ceder un puesto. A veces me da risa, a veces no, pero siempre que soy vilmente
criticado por un creyente – de cualquier religión. – me pregunto qué le da el
derecho para hacer tal cosa. Es decir, todos somos humanos, que comenten los
mismos errores, está bien, algunos rectifican y otros no pero humanos al fin.
No podemos andar por todos lados condenando y golpeando con la biblia – Un
libro que sabrá quién de dónde salió. (¿Cae pesado decirlo así no?) – a todo
aquel que piense distinto, que asista a otra iglesia o simplemente porque no
crea en Dios. Existe algo llamado fe y eso se tiene o no, no es algo que se
herede por campaña política/religiosa.
El
otro día iba en una camioneta – De esas que todos llaman perreras. – prácticamente
vacía. En un extremo iba yo y en el otro un señor, de bastante edad, con una
sombrilla en una de sus manos y una biblia en la otra. Me pareció un hombre
bastante amigable – Lo que me gano por andar haciendo juicios a personas que no
conozco. – y educado porque me respondió los buenos días a pesar del inclemente
calor de ese día. Dos cuadras más tardes, empieza a llenarse la unidad de
transporte hasta no quedar puestos, luego entra una abuelita con unas bolsas y
se queda de pie por falta de puesto disponible. El problema real no estaba en
la disponibilidad de puestos sino en el machismo que nos consume ya que todos
hombres, con las piernas bien abiertas, en efecto hacemos que menos personas
puedan tomar asiento. Alguien tomó la iniciativa, no diré quién, estimado
lector, pero cerró sus piernas y poco a poco se fue haciendo el espacio para que
la tierna abuela se pudiera sentar y a que no adivinan lo que pasó…
El
señor de la sombrilla y biblia en manos fue quedando aprisionado en la esquina
de modo que finalmente la abuela tomó asiento justo a su lado. Ha sido tal su
molestia por eso que ha lanzado frases que incluían “Varas con que midas” y “Dios
es amor pero también…”. Entonces me preguntó si es que a Dios no le gusta que
ayudemos a una abuelita a tomar asiento, o es que Dios sufre más porque el
señor vaya apretado unos cuantos minutos hasta que llegue a su parada. Son
preguntas que siempre que las hago, un creyente me las responde con que no
todos son así, esos son los que usan la religión o a Dios a conveniencia. En
mucho tiempo notando esto ya no me parece que sea sólo un simple grupo sino una
gran mayoría de creyentes que no cumplen con principios básicos de moral o
ética, que son machistas como ellos solos, que bajo el concepto de haber sido
perdonados ya creen tener el cielo ganado.
En
el trabajo de mi papá, estacionados esperando a su esposa veíamos pasar un
señor que iba vestido como acostumbran a ir los evangélicos, quien
aparentemente venía de buscar a su hijo de la escuela. El infante disfrutaba de
su jugo sabor a durazno, tratando de saciar su sed en medio del ardiente sol, hasta
que se le acabó y se lo dio a su padre para que se deshiciera de la basura. El
hombre no encontró mejor opción que lanzarlo al suelo, justo por donde transita
tanta gente, a todas horas. Lo cierto es que, y los que me conocen lo saben, no
me aguanté y le dije lo que por mi mente pasó al señor. “Dios te enseña a
predicar pero no a lanzar la basura en su lugar”. Parece que al hombre le dio
tanta pena que la recogió y la guardo incluso en su maletín para botarla quien
sabe dónde más adelante.
Ahora,
dejando las historias a un lado y pasando a otro punto. ¿Es sólo idea mía o la
religión se aprende por las malas? Es decir, se tiene que morir un familiar, o
debemos estar cerca de la muerte, o sufrir una enfermedad casi incurable para
darnos cuenta que Dios existe. Si no ocurre algo tan horrible como lo anterior
mencionado no se deja a un lado la vida mundana, los vicios, las calamidades,
los goces y disfrutes de una vida llena de malos actos. Es como hacer borrón y
cuenta nueva. Piénsalo, seguro has visto algo así, algún familiar o amigo tuyo,
una persona de lo más fiestera que de repente se vuelve evangélica, olvida su
pasado y empieza con la dura y ruda tarea de juzgar y condenar a todos aquellos
que hacen lo que antes él/ella hacía y ahora ya no puede. ¿Por qué?
A
mi parecer la iglesia es un poder, digan lo que digan nadie me saca eso de la
mente, es un poder de persuasión y vaya que se puede lograr mucho con eso. La
fe existe y ese poder ejercido por la iglesia también. Veo la iglesia como el
lugar perfecto para decir cómo debe ser el hombre (el hombre que debe vestir,
hablar y trabajar de tal manera) y cómo debe ser la mujer (sumisa para variar),
claro que esto varía según la religión de la que se hable. Temas como el
divorcio, la homosexualidad, modo de vestir, música, ropa, estilos y más, son
claramente vetados y estrictamente estandarizados por la religión, la biblia y
finalmente – No me consta. – Dios. En un mundo tan heterogéneo como en el que
vivimos, todavía se encuentran personas con mentes cerradas, tolerancia cero y con
ideas absurdas de cómo llegar a Dios.
Amigo
lector, si usted no asesina, no roba, no discrimina, respeta, trata como desea
que lo traten, si de vez en cuando se le escapa una mala acción, una respuesta
indebida, si en ocasiones cuestiona la fe, desearía tener a Dios en frente y
gritarle cuatro cosas, ¡Felicidades! Es usted completamente humano. Si usted
encontró el camino a Dios, disfrútelo que ese es suyo, no busque hacer coco con
él a los demás. Los demás en su debido momento encontrarán el camino a Dios,
sea con una religión, con un libro, o careciendo de ambos. Los ateos irónicamente
son los que más saben de Dios y además, en muchos casos son mejores personas
que aquellos que juran con puñados de cruces ser fieles creyentes.
Yo
no he encontrado un camino perfectamente trazado, de hecho lo vivo trazando yo
mismo, de vez en cuando borrando y volviendo a empezar. Con amigos he hablado
de Dios, de la biblia, he asistido a iglesias y tengo actualmente una cita
pendiente a una por donde vivo, es así, no me cuesta intentarlo, siempre que
tenga la fe y la disposición, no me rendiré tan fácilmente. Yo existo, Dios
existe, mi fe y mis ganas de creer también.
…Yo me atrevería a decir que la oración