sábado, 24 de diciembre de 2016

¡2016 me golpeó muy fuerte!

Hola, hola, hola... Un gran abachoooo a ustedes, mis fieles lectores, quienes me motivan a seguir con esta aventura llamada "El Mundo de Josemi". Ha pasado poco tiempo desde mi última publicación, y eso me alegra bastante pues la idea es nutrir este espacio –y no de telarañas precisamente.–de cosas interesantes. 

Para empezar, siempre damos la bienvenida a un año nuevo lleno de esperanzas, proyectos por cumplir, ideas frescas, ánimos a millón y pare usted de contar; algunas veces producto de la energia que desborda el último mes del año. Sin embargo y con algo de tristeza me atrevo a decir que de un tiempo para acá ya no funciona así.
Está bien, veamos si mi memoria no me falla... 

Fue en 2012 cuando una toalla sanitaria era vendida casi en 100 bolívares – el paquete– y nuestro Comandante Supremo más allá de las estr... Encontró en eso una vil estafa y comenzaron los llamados precios justos. ¿A eso le siguió Daka?  Y no dejaron nada en los anaqueles. Ustedes tal vez recuerden más que yo. Pero ustedes quizás se pregunten por qué hablo de todo esto. La respuesta a continuación. 
Desde ese momento, humildemente según mi hermosa opinión, se fue alimentando una porquería de mentalidad en algunos seres humanos –animales, animales, animales. – y el desastre en tantas cosas dijo "llegué para quedarme". 

Al principio no se notaba, todavía comprábamos, salíamos, viajábamos, ibamos al cine y además comprábamos celular después que el malandro hacía fiesta con el que teníamos. –el tema de los celulares siempre ha sido de nuestras mayores preocupaciones". Poco a poco terminábamos de destruir lo poco que quedaba, según dicen algunos, algo que había iniciado antes de nuevo milenio. 

Luego vino 2013 con un presidente muerto, la laptop que compré ya no costaba bolívares 4000 sino que tenía un cero más. Después tan horrible 2014 con protestas, muertes, y la laptop costando 70 mil. Entonces llegó el 2015, un año que recuerdo borrosamente. Yo fui a Mérida, sólo eso. Y así llegamos al llegadero: 2016.

Pero ya va, un momento, ¿Qué era eso que se alimentaba desde 2012? Pues es fácil, la miseria humana. Una miseria que nos ha hecho tocar fondo, esa en la que una harina que comprabas en bolívares 20 te la vendían en 200. Una miseria que no discrimina ya que va desde alimentos, artículos de higiene, divisas, respuestos para los carros, shalala, shalala, shalala.

Quiero que sepas, querido lector, que el tema no es ese, aquí el asunto es sobre cómo nos golpeó el año 2016 y sentía que debía ahondar en los antecedentes porque no todo es culpa del 2016, a fin de cuentas es un año pasajero, ya falta una semana y le diremos si te he visto no me acuerdo. 

Este año recuerdo haber escuchado que los primeros tres meses son rudos, que siempre lo son, pobre de nosotros. Y fueron los primeros tres meses del año más golpeado que recuerdo haber tenido. Y eso que supuestamente había tomado las previsiones.

Este año presenté y aprobé mi trabajo especial de grado. Un logro muy importante en medio de tanta adversidad. Estuve sin celular desde diciembre de 2015 hasta marzo, y porque me esforcé para tener uno nuevo. — a mis amigos sin celular el mensaje es que sí se puede.—
2016 vino cargado de un optimismo casi religioso pues se tenía la posibilidad de salir de este tan sucedido gobierno de Maduro. Pero una cosa fue decir que se podía y otra muy distinta hacerlo realidad. —lo que me recuerda que ganamos una asamblea que a vista de muchos no es más que un mero adorno.

El tiempo pasó, la esperanza crecía, después de tantas excusas pudimos llevar a cabo todo el teatro del 1%. Puedo decir que ese día fue hasta bonito, había mucha gente, de diferentes grupos etarios, las calles activas, todos firmaban por aquí y firmaban por allá, todo sucedió casi sin problemas. Luego nos tocaría esperar la verificación de todas esas firmas.
De pronto me sentía como en la versión venezolana de The Hunger Games. El Capitolio se inventaba cada excusa para dar largas al asunto, mientras algunos aún teníamos fe. Primero la sequía, luego la reducción de jornadas laborales, el racionamiento de electricidad por cuatro horas diarias, — o fue primero el racionamiento...— y luego la gran estafa: contar con días hábiles la revisión del 1% mientras que sólo se trabajaba lunes y martes. 
Fueron los días más oscuros. Calor por el día, calor por la noche, todo el estrés de la comida y ni pensar si tampoco había agua, peor aún, si te cortaban la electricidad dos veces en un día para un total de ocho horas en total.

Y ahora la comida. 2016 me enseñó a comer verduras, a comer dos veces al día, a comer las cosas más extrañas y originales nunca antes preparadas, que las sardinas a 3 kilos por bolívares 1000 son deliciosas, que las arepas de maíz maíz también son aceptables. Descubrí en frutas que jamás imaginé un deleite inesperado. Y además me enseñó que cuando el venezolano encuentra cómo resolver sus papas, los que venden resuelven cómo aumentarnos los precios. 

Pero encontramos un camino, una luz, una opción. Vimos en nuestro país vecino, Brasil, la posibilidad de obtener comida, a buen precio incluso viajando.—promoción válida para bolivarenses y zonas aledañas.— Así mucha gente empezó a viajar, me incluyo, para comprar y vender, a precios altos pero nunca como los de nuestros amigos bachaqueros. Así surgió la frase "prefiero pagar 2500 por una harina de trigo que viene de Brasil que por una venezolana". De igual manera los bachaqueros le bajaron dos a la intensidad. Aunque irónicamente hasta hace poco eran ellos la mejor opción. 

En un abrir y cerrar de ojos todos los negocios tenían productos brasileros. Todos hacíamos un esfuerzo, comprabamos y comíamos. No nos veíamos en la obligación de inventar platillos llenos de rarezas culinarias para medio comer. A la par otros estados se alimentaban con productos procedentes de Colombia. Ahora, ¿les cuento algo? Margarita es una isla y no colinda con ningún país así que su situación no era fácil.
 
Cuando menos pensamos nos devolvieron nuestra electricidad, podíamos comer, medio comprar bien y de repente adiós esperanza: Nos dicen que hasta los muertos firmaron. Y listo, tema olvidado, y por lo que veo hasta el año que viene. 

Tiempo después una gran marcha en Caracas, marcha que muchos definen de mucho ruido y pocas nueces. Pasó el tiempo, pasó el tiempo y nos encontramos hoy aquí, 24 de diciembre de 2016, yo escribiendo en la cama de una habitación que no es la mía y ustedes leyendo. Recuperandome del desastre vivido en mi Ciudad Bolívar y preguntándome qué vamos a comer si no quedan negocios y las fronteras están cerradas. 

Como muchos venezolanos, ya no me preocupa usar estreno en diciembre, ni la cena navideña, ni siquiera salir. Fácil podría quedarme en mi casa instalado en los videojuegos. Quizás la pérdida de algún familiar, la siempre creciente crisis, o simple apatía, a pesar de ser éste mi mes favorito, mi celebración favorito, mi todo favorito. 

Felicito a los que aún estrenan, hacen hallacas, viajan en diciembre, compran regalos de navidad, de intercambio, porque les nace del corazón, pueden y tienen con que. Demuestran que en este país todavía existe esa posibilifad. Otros tragamos grueso y decimos tal vez el otro año sea mejor. Lo triste es ver que no mejora. Sin embargo no todo es malo y es posible que donde menos vemos estén esas cosas que nos hacen felices.
 
Este año un integrante de One direction dejó el grupo, vi las temporadas más impactantes de las series que me gustan, vi estrenos de Marvel y DC, nuevo disco de Anahí, viajé a Margarita, empecé a escribir más historias, murieron algunos famosos, entre ellos Juan Gabriel. Tuve mi ps3, me reencontré con amigos y seres queridos, conocí algo llamado escultismo y aunque no fui promesado —aún — el año que viene sé que lo estaré. Finalmente después de todo me encontré a mí mismo y tomé una de las decisiones más importantes de mi vida, me la reservo, y aunque algunos discrepen sigue siendo cosa mía. 

Faltan siete días para decir adiós a un año tan fuerte, lleno de sucesos, difícil, rudo, agotador. Mi invitación es no perder la fe, la fuerza que nos ha mantenido en pie, a creer que se puede y que está en nosotros cambiar. Haz tu buena obra del día a diario, sonríe en la calle y en la casa también, da los buenos días, pregunta cómo te fue, inicia una conversación diferente cada vez que puedas. Que nuestros temas de conversación no sean sólo de cosas negativas. 

Haz tu carta de los deseos, pide al niño Jesús, cree en algo, esfuérzate en lograr tus metas, trabaja duro, no culpes a los demás, ni siquiera a ti, sólo ponte de pie con la cara en alto y sigue adelante. ¿Por qué? Porque aunque la vida es dura y el año 2016 nos haya golpeado hasta en la cédula, gracias a Dios estamos vivos y tenemos salud, y como diría mi vecino, lo demás es ganancia. 

Y saben algo... La laptop hoy cuesta 400mil. Jajajá. 

¡Les deseo una feliz navidad y un venturoso año nuevo! 


Gracias por no discrepar. Gracias por creer. Gracias por darme valor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario