lunes, 26 de febrero de 2018

¡Y me fui a Ecuador! ¿Cómo? ¿Cuándo? ¡Bienvenidos a esta historia!


Fase 1/4 ¡El inicio de mi viaje! ¿No puedo viajar con tanto efectivo?
Hola, reciba usted, querido lector, un saludo bastante caluroso y cargado de buena vibra. Como ya es costumbre en este blog, pasa un buen tiempo entre una publicación y otra, y aunque no es mi intención, sé que tengo gran culpa de ello. Ustedes, muchos de ustedes, ya saben de qué viene esta entrada pero no está de más adelantar un poco a los que apenas se van a enterar de la noticia: Me fui de Venezuela.
Estoy escribiendo estas líneas desde un país hermano, en una ciudad en la que por cierto la gente no me da muy buenos comentarios acerca del tema laboral. Yo por supuesto siempre me he considerado una persona que anda por la vida dando lo mejor y además con un tanto de suerte. Sí, de esa que hace que el mundo conspire a tu favor. Bueno, bueno… Ustedes quieren saber cómo ocurrió todo esto ¿Verdad? Lo sé, la mayoría está sorprendida porque es una noticia que los tomó por sorpresa.
La situación país para nadie es un secreto y es por esa razón que desde hace algún tiempo atrás venía con la idea de marcharme de mi zona de confort para emprender nuevos rumbos y apostarlo todo en un lugar que no es el mío. El título universitario, el pasaporte, esperar por algún amigo para marcharnos en compañía, fueron algunos de los factores que una tras otra vez atrasaron lo que realmente quería. ¿Entonces qué pasó?
Bueno, recientemente salió la propuesta de irme con un hermano scout para Ecuador, donde nos estaría esperando un tercer hermano scout para vivir una vida en este país nosotros tres como compañeros de casa. Con todo el optimismo del mundo, analicé la idea apenas con cinco días de anticipación. Empecé a darle vueltas al asunto tantas veces que pensé terminaría mareado en el suelo con un golpe en el brazo. Consulté mis comodines y aunque uno me sorprendió, no tanto como el otro, pude organizar bajo mucho estrés todo lo referente a la salida y en menos de una semana ya estaba tomando el primer bus de lo que sería un viaje de cinco días por tierra.
Esta aventura inicia en Ciudad Bolívar cuando nos toca decir adiós a nuestros familiares y amigos para embarcarnos en un horrible bus, con gente horrible (Lo siento. Esa gente nos daba miedo), con destino a Puerto la Cruz. Normalmente un viaje así sólo toma unas cuatro horas o poco más pero como se trata de Venezuela, todo se pone difícil y rodar de un estado a otro con MUCHO dinero en efectivo también resulta ser un inconveniente. – ¡Los guardias se enamoran!
Entre el trauma de esconder los dólares y rodar con semejante bulto de efectivo nos paró la primera alcabala de nuestro viaje.
-        ¡Buenos días! – Dijo el militar de porquería número 1. – Agradezco bajen de la unidad y se lleven sus bolsos para revisar.
Nos toca obedecer sin oponerse en nada. Qué podía pasar si no teníamos nada que temer y andábamos a su entender dirigiéndonos a un evento scout. Pues aquí viene la mejor parte: Nos revisaron casi al final y en absoluta soledad pero sin que faltasen las miradas curiosas, ellos se enamoraron de mi efectivo.
-        ¿A dónde se dirigen? – Pregunta el militar de porquería número 2.
-        A un evento scout. – Contesta mi compañero de nombre Gabriel. Un joven muchacho de ojos exageradamente claros y con apenas la mayoría de edad para viajar sin compañía de un familiar adulto.
-        ¿Quién les dio todo este efectivo? ¿Ustedes no sabes que esto no está  permitido?
-        Mis padres. Con esto pagaremos la inscripción, el hospedaje, la comida y el traslado. – Intervengo yo con seguridad absoluta y aportando un poco más a nuestra coartada.
-        ¡Esto está prohibido! Me dan algo y suben al bus sin problema.
Cabe destacar que ese tipo de acciones siempre me ha dado completo asco y es por ello que los militares y muchos funcionarios en Venezuela no tienen mi respeto. Es que tienen la fama de que solamente saben pedir y he allí una prueba fehaciente de mi pensar. En ese momento y no sé por qué no respondí de inmediato pero había algo gestándose en mi interior mientras escuchaba lo que decía mi compañero.
-        Hermano, si quieres agarra esto. No te podemos dar más porque la verdad tenemos el dinero justo. – Intentó mediar Gabriel al tiempo que yo apenas era un testigo en todo esto.
-        ¿Y tú vas a pasar todo este dinero por mi cara? ¡Así de fácil! – En ese momento juro, querido lector, que quise decirle “Si te volteas pues la verdad que no”. Pero seguí escuchando mientras Gabriel casi sacaba una bandera de paz. – Ustedes saben que esto está prohibido por la ley.
Esa definitivamente fue la guinda del pastel, la bendita gota que derramó mi muy pequeño vaso de paciencia. Y sin pensar mucho yo respondí.
-        ¿Quién lo dice?
-        Eso sale en el artículo... – Ni idea del artículo que mencionó el idiota pero sí sé que yo quería ver ese artículo y su respectiva ley en físico.
-        ¿Qué artículo de qué ley? – Interrogué con la paciencia bastante colmada.
-        Si quieres llamo a mi sargento para que hables con él. – Y empezaba a recular mientras sus compañeros hablaban a la distancia y en el bus todos esperaban por nosotros.
-        Yo no tengo nada que hablar con tu sargento. Muéstrame el artículo y la ley.
Entonces el sujeto nos dice que nos podemos marchar apenas de manera audible y nos dice algo entre dientes; algo que interrumpo y termino de forma sarcástica.
-        ¡¿Esperas que no nos encontremos con otro como tú? – Lo miré expectante. Casi fulminante. – ¡Está bien, gracias!
Nos subimos en el autobús celebrando nuestra victoria y seguimos con nuestro recorrido por carretera nacional hasta Puerto la Cruz. En el camino nuestro vehículo estaba echando humo pero sólo fue cuestión de minutos y luego ya todo se había normalizado. A continuación nos topamos con una tranca y el motivo era simple: Un accidente automovilístico bloqueaba nuestro camino.
Supongo que fue poco menos de una hora pero el tiempo pasa irremediablemente lento cuando tú cargas algo – bastante – prisa. De nuevo, el bus emprende su marcha y finalmente luego de casi 6 horas llegamos a nuestro destino.
Hasta ahora el viaje se mostraba un poco sucedido pero conservábamos nuestro optimismo intacto – Gabriel mucho más que yo. –, nuestra fe y nuestras ganas de dejar todo atrás y lanzarnos a un nuevo destino.
¿Un dato curioso? Yo estaba realizando este viaje sin celular. Aunque tu compañero te ofrezca usar su dispositivo cuando lo necesites, viví en carne propia que eso definitivamente ¡NO ES LO MISMO!
Fase: 2/4 ¿Nos querían robar en el bus? ¡Si no te bajas no arranco el bus!
Ustedes bien se estarán preguntando por qué yo decidí publicar en mis redes este proceso dividido en fases. Es algo que opté por implementar en vista de no querer molestar con el celular y para que todos (Los pocos que sabían y estaban al pendiente) estuvieran al tanto de dónde estaba exactamente. La fase dos entonces no es más que nuestro recorrido desde Puerto la Cruz hasta San Cristóbal.
Una vez que llegamos al terminal la cosa fue fácil. Le dije a Gabriel que me esperara con las maletas mientras yo buscaba pasajes de ser posible para esa misma noche. La sorpresa fue tal cuando encontré los dos últimos pasajes en un bus último modelo y salía casi inmediatamente.
Recuerdo que no almorzamos y fui corriendo al baño. Yo era siempre el que iba al baño y pagaba mientras que Gabriel iba e ignoraba lo último. En ese momento él prefirió utilizar el baño del bus así que no tenía que pagar nada. Nuestra emoción nos cegó tanto que en las dos horas que estuvimos esperando no compramos nada para comer, por el solo miedo de perder el bus que estaba “saliendo”. Pero no por eso pasamos hambre…
Gabriel fue bastante preparado con algunos dulces y galletas, mientras que yo también llevaba mi parte. Era un viaje largo, muy largo pero apenas era el inicio de todo este largo proceso…
¿Dudas? Muchísimas, pues no tuve el mismo tiempo de preparación que Gabriel por lo que gozaba de menos información pero incluso así yo quería irme sí o sí.
El bus arranca, intentamos dormir, relajarnos, pensar cosas varias, la mayoría relacionadas al largo viaje por nuestra parte del continente. Entonces observo entre dormido y despierto que el chofer asciende a nuestra parte del bus y camina directo al asiento de una chica que no podía ver su cara ni escuchar su voz.
-        Si no te bajas aq… Te bajo en… ¿tienes boleto? – Pude entender a duras penas. Pero el tono de voz indicaba que algo no andaba bien. – Arranca el bus y conduce hasta el peaje y nuevamente hace presencia el señor conductor, en el mismo asiento, con la misma chica. – ¿No te vas a bajar?
La gente empezaba a notar lo airado que se encontraba el chofer. Al mismo tiempo un niño hizo del dos en el baño del bus que sólo es para el uno, lo que alimentaba todavía más el estrés de nuestro atento y caballeroso conductor.
-        ¡Señores! Hasta que la señorita no se baje de la unidad yo no arranco. Pueden bajarse, estirar las piernas, ir al baño…
En todo este altercado una hermana scout de un grupo en el estado Anzoátegui habla con nosotros, con una sonrisa que le llegaba de una oreja a la otra e incluso nos pidió tomarnos fotos. Todo este rollo de la chica aparentemente fue porque se vio en actitud sospechosa ante las cámaras de seguridad  y se parecía al modo en que operaban los asaltantes hace un tiempo atrás.
Una chica menor de edad, viajando sin permiso legal, con un destino incierto y que además no contaba con un pasaje para abordar la unidad. Ni el chofer conocía cómo es que logró subir la fémina al autobús.
Después de casi dos horas – Tal vez nuestro número de la mala suerte. – La chica logró bajar. En actitud agresiva intentando convencer a todos que sí podía viajar sin permiso y que nadie se lo iba a impedir. Debo decir que esta vez los militares si mencionaban de forma correcta la dichosa ley que impediría a la chica abordar nuevamente en la unidad.
Nuestro viaje luego fue un poco más calmado con varias alcabalas en el camino pero ninguna tan fastidiosa ni intransigente como la primera. De hecho en una ocasión nos ignoraron cuando quisimos mostrar nuestras respectivas identificaciones. El uniforme scout a veces, y sólo a veces, significa algo para los funcionarios en nuestro país.
En la fase uno eran las seis de la mañana cuando salimos de nuestra a veces no tan querida Ciudad Bolívar. En la fase dos eran las dos de la tarde cuando nuestro siguiente destino era San Cristóbal, estado Táchira. Y al final de esta fase ya había pasado las 24 horas cuando por final llegamos a nuestro destino.
Nuestro asesor de viaje, el que nos guiaría en el proceso para cruzar a Colombia y salir a pasear por medio continente nos mandó a buscar en un taxi para llevarnos a una posada porque saldría a la madrugada del día siguiente. El taxi nos cobró bs 40mil – ¡Igualito que en Ciudad Bolívar! ¡Nótese sarcasmo en cada palabra! – y la posada bs 350mil por una excelente habitación con dos camas, televisión con cable, agua caliente y definitivamente conexión a WIFI. Algo de lo que dependía pues no tenía teléfono pero si mi laptop.
¿Dato curioso?
No almorzamos en Puerto la Cruz pero sí cenamos más que bien y además pagamos en medio de la nada con Punto de Venta. Gabriel compró un par de arepas con queso (debo decir que eso me resultó gracioso al parecer una vulgar arepa en casa pero con exceso de queso. Además el queso amarillo llegó justo cuando ya le había entregado su orden), y yo cené pollo guisado con arroz, ensalada y papas al vapor. Inicialmente era pollo frito pero en vista de la confusión y mi hambre terminé aceptando ese plato casi con rostro feroz.
A la mañana siguiente comimos arepas con salchicha y queso amarillo, y no conforme con eso pedí una de salchicha y carne mechada. Creo fue allí que empezaron los malestares estomacales, luego de esa segunda arepa. Algunas horas después Gabriel presentaría el mismo malestar.
Lector, yo venía con la indecisión de si pedir el favor al chofer o aguantar hasta la siguiente parada pero tuve la característica suerte de siempre y una chica manifestó su malestar y medio bus se bajó cuando el chofer hizo su parada. Entre ellos yo.
La fase 1 y la fase 2 tal vez sean las más aburridas del proceso pero si usted se pone a analizar, puede que nunca pudiéramos cruzar a Colombia por algún altercado en estas fases o incluso en la venidera tercera fase: Nuestro cruce a Colombia.
-        ¡Nos vienen a buscar a las 4 de la mañana! – Dijo Gabriel.
Esa noche dormí hora y media… Ya luego les hecho el resto del cuento.


1 comentario: